La marihuana por años ha sido estigmatizada gracias a los grandes intereses económicos a nivel mundial. En los últimos años, hemos visto como miles de pacientes han mejorado considerablemente su calidad de vida en los Estados Unidos, y nos hemos unido a esta Industria maravillosa y esperanzadora para muchos puertorriqueños que buscan una alternativa eficaz y segura.
Debemos partir de la premisa de que los productos del Cannabis Medicinal provienen de la planta de marihuana tradicional. El problema que estamos viendo en Puerto Rico es el estigma social que tienen con la flor. Por años, hemos visto la distribución de flor de marihuana en los puntos de drogas, y los usuarios del producto la compraban para fumarla, algunos recreacionalmente, otros tantos para mejorar sus dolencias.
Todos los conocedores del tema, sabemos lo dañino del fumar y lo beneficioso del vaporizar cuando estamos hablando del cannabis medicinal. Según vamos evolucionando y estudiando sobre el tema, aportamos nuevos métodos más seguros y efectivos para consumir el producto.
El acceso económico a los productos del cannabis medicinal es un poco alto para muchos pacientes. Debemos recordar que estamos hablando de la industria en Puerto Rico. No se necesita ser un genio para saber que Puerto Rico enfrenta una de las crisis económicas más grandes de nuestra historia. Esto trae consigo que las finanzas de los que aquí hemos decidido quedarnos, se hayan visto afectadas y tengamos diariamente que sentarnos a cuadrar chequera, y ver cómo terminamos el mes con todos los gastos exorbitantes que enfrentamos en nuestro país.
Desde que comenzamos a trabajar, unos como dispensadores y otros como farmacéuticos consultores de los pacientes de cannabis medicinal, hemos sido testigos de los beneficios que han tenido al utilizar la flor. Diariamente llegan pacientes al dispensario con dolores extremos, depresiones y muchas otras condiciones debilitantes, que les afecta su calidad de vida. Estos mismos pacientes llegan con una cantidad limitada de dinero, pero con grandes esperanzas de encontrar un producto que les ayude y se ajuste a sus necesidades económicas.
La Flor es la alternativa más segura y económica de fácil acceso para los puertorriqueños registrados como pacientes de cannabis medicinal. Estos pacientes pueden comprar su flor y en la comodidad de su hogar pueden vaporizarla, hacer algún té o hasta un comestible para lograr lo que todos queremos, mejorar su calidad de vida. Si les quitamos las posibilidades de obtenerlas, los estamos lanzando al bajo mundo para que puedan conseguirla a un costo menor y de fácil acceso, convirtiéndonos entonces en los protagonistas de darle vida a los puntos de drogas.
Dicen los opositores de la flor, que la misma debe ser exclusivamente para pacientes terminales. ¿Cuál es la razón, basada en evidencia científica, que tienen para fundamentar su deseo de restricción? Tengamos en perspectiva que, en una flor o moña de Cannabis, podemos encontrar aproximadamente por cientos de THC relativamente bajos en comparación con los aceites que se producen. Una Flor puede tener 20% de THC mientras, el concentrado en aceite puede tener un 80% de THC. Los pacientes que tienen condiciones terminales usualmente tienen síntomas graves que necesitan concentraciones altas de cannabinoides; la flor es una pobre opción en estos casos. Una flor que contiene 20% de THC no será de gran ayuda para esta población.
Por otro lado, en la parte química, la flor es el único producto completo, ya que contiene los terpenos que no solo producen los olores característicos del cannabis, sino que también producen efectos terapéuticos que se añaden valor a los cannabinoides como el CBD, el THC, entre otros.
Como profesionales de la salud y reguladores de esta industria, no podemos ser los limitantes al acceso medicinal de estos pacientes que tanto necesitan de nosotros, y tampoco podemos ser los catalíticos del progreso del bajo mundo. No saben la cantidad de pacientes que llegan al dispensario sumergidos en una depresión o casi sin poder caminar por sus condiciones debilitantes, y solamente unos 15 dólares para que les ayudemos. Si quitamos la flor, definitivamente no podrán comprar nada y utilizarán los 15 dólares para lucrar al punto de drogas que les dará el servicio.
¿A qué le tememos? El hecho de tener una flor de cannabis en nuestras manos no es sinónimo de drogarse, ni podemos pensar que ese paciente va a fumar la flor.
Yo como farmacéutico, ¿voy a eliminar los antihistamínicos (como el benadryl) y los descongestionantes de las farmacias, porque hay personas que las compran para hacer mezclas y drogarse? Si no lo sabían esto pasa con mucha frecuencia. Entonces, ¿penalizo a los cientos de pacientes que se benefician de estos medicamentos por los dos o tres que los compran para su mal uso? Sería totalmente irresponsable de nuestra parte si hiciéramos esto. Pues es exactamente igual con el cannabis, ¿voy a penalizar a los miles de pacientes que se pueden beneficiar de la flor, por el miedo que tenemos de que haya dos o tres que la quieran fumar?
Debemos invertir en campañas educativas sobre los beneficios de vaporizar versus el fumar. Basta con sentarse a explicarles esto a los pacientes, para que ellos entiendan que el beneficio está en la vaporización y no en la combustión, donde se pierden los terpenos disminuyendo así los efectos medicinales y aumentando los riesgos de cáncer, entre otras complicaciones que conlleva el fumar.
No olvidemos que en la filosofía de cuidado al paciente se tiene que tomar en cuenta el principio de autonomía del paciente; esto quiere decir que se consideran las opciones que el paciente mismo considera como la mejor para ellos.
La educación instruye y ayuda a tomar decisiones sabias. No podemos ser los protagonistas de la burocracia ni de la insensibilidad. Debemos ser los facilitadores de nuestros pacientes y sus fieles procuradores, asegurándoles una calidad de vida digna de cualquier ser humano.
Sinceramente,
ReLeaf Solutions